Se acaba un año lleno de alegrías y tristezas, satisfacciones y frustraciones, engaños y desengaños, temores y temidos, ofensas y ofendidos... Un año que no puede pasar desapercibido porque 2018 ha sido el año del borrego internacional. En todas partes del mundo, incluida Europa el nuevo alzamiento de la ultra derecha apoyada, como siempre, por el pueblo borrego gana terreno.
Los discursos xenófobos, homófobos, anti-feministas, nacionalistas... han calado en los pobres diablos de las clases medias y bajas, creyéndose con esto que obtendrán mas posibilidades de supervivencia en un mundo globalizado.
No debemos olvidar las lecciones que "aprendimos" en el s. XX cuajado de guerras mundiales, dictaduras y genocidios que no sirvieron mas que para enfrentar a la raza humana. Tan solo ha pasado un siglo desde la primera guerra mundial y vamos camino de cometer los mismos errores.
Hay que saber diferenciar entre la política económica, a la cual no podemos acceder pues está dirigida por entes que nos superan y las políticas sociales, que son aquéllas que evolucionando podemos cambiar a mejor. Los derechos de las personas no pueden estar al amparo de seres humanos con el único objetivo de manejar a las masas populares. ¿Seremos capaces de reflexionar y saber ver nuestra evolución como seres vivos en un planeta?
Tener un Corazón Rebelde, significa no dar prioridad a lo material y al dinero principalmente por encima de las vidas y derechos de las personas.
La religión no es una solución, la política debe servir para entendernos y crear unas sociedades mejores, plurales, diferenciadas y unidas. No debemos dejar que nuestros miedos nos acobarden ante lo maravilloso que es compartir la vida y aprender de todas las culturas.
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